El otro día una alumna me preguntaba si cambiamos de personalidad durante la vida.

Estábamos dando los instintos en una clase de Eneagrama y ella se veía «transmisora», aunque comentaba que en esta época de su vida se veía más «conservación».

Generalmente nuestras tendencias biológicas dominantes las mantenemos durante toda la vida, lo que pasa es que en ciertos momentos de nuestro ciclo vital pueden tomar mayor relevancia unas u otras características.

Entonces, ¿cambiamos o no cambiamos de personalidad durante la vida?

Yo creo que no cambiamos ni de eneatipo (estructura cognitiva) ni de tendencias biológicas dominantes (reflejadas en nuestro ADN, instintos, temperamentos y morfología de nuestra cara).

Lo que sí hacemos durante la vida es evolucionar a través de un proceso de adaptación constante. Y dependiendo de esta evolución, con el paso del tiempo podemos parecer la misma persona de siempre (cuando no se produce mucha evolución) o parecer una persona completamente diferente (ha habido mucha evolución).

¿Cuándo se empieza a crear la personalidad?

Desde el nacimiento ya es posible ver en un niño sus características biológicas reflejadas en su cuerpo y en su cara (sus características mentales, emocionales y físico-viscerales); más tarde empezamos a ver sus instintos (si son más sociales, conservacionales o transmisores) y en el momento en que los niños empiezan a hablar comienzan a crear sus estructuras cognitivas (eneatipo del Eneagrama).

Entonces, la personalidad se empieza a crear en los primeros años de infancia, pero evoluciona (de una manera u otra, dependiendo de nuestras decisiones personales y circustancias vitales) a lo largo de toda la vida.

¿Y cómo se forman nuestros sistemas de creencias?

En base a nuestras experiencias de vida y la forma de percibir las cosas creamos unos patrones o estructuras neurológicas sobre las cuales el cerebro empieza a construir el mapa a través del cual interpreta la realidad. Ahora bien, una vez que establecemos una estructura cognitiva (sistema de creencias) esta actuará como filtro perceptivo, y a partir de ahí todos nuestros pensamientos y emociones tendrán un «sesgo”.

Imaginemos el ejemplo de una mujer que tenga como instinto dominante el transmisor (necesidad de sentirse vivo y activo), pero debido a su momento vital (ser madre de niños pequeños) el instinto que toma más relevancia por necesidad es el conservación (cuidado del hogar, nutrición, aseo y educación de los hijos…).

¿Qué le sucederá a esta madre cuando sus niños sean mayores y exijan menos «cuidados conservacionales»? pues volverá a sentir la necesidad de «transmitir»: dejar un legado, conseguir metas y objetivos, sentirse viva, enérgica y pasional.

Ya sabemos por Mario Sikora, que los sociales suelen tener el instinto conservación descuidado, olvidado y dejado de lado; si ponemos el ejemplo de otra mujer de instinto social, en el momento que tenga un bebé de repente su instinto de conservación (maternal) se impondrá por naturaleza. Eso no quiere decir que esta mujer deje de ser social, sino que las circustancias de la maternidad le «inducen» a que tenga que cuidar más de la conservación (nutrir, cuidar y educar a un niño en el hogar).

Por supuesto que una mujer social disfrutará de la maternidad, pero sufrirá un conflicto interno porque también le gustaría hacer cosas propias de su instinto social (salir con los amigos, conocer gente nueva, participar en los grupos clubs sociales, parroquia, peñas… también querrá leer y aprender cosas sobre el ser humano…).

Pongamos ahora un ejemplo con los eneatipos:

Poniendo el caso de un eneatipo 6, ya sabemos que es una persona que busca la seguridad, pero en mi vida he conocido a muchos 6 que después de un tiempo se han cansado de sí mismos, de su excesiva prudencia, del vacío y del aburrimiento en sus vidas, y entonces se cargan de ansiedad y de repente mandan todo a tomar por saco, rompen sus esquemas y se lanzan impulsivamente a hacer cosas que nunca antes habían hecho.

El caso más impactante sería el de un eneatipo 6 de instinto conservación, puesto que generalmente su tendencia de comportamiento y de toma de decisiones será más fóbica, cautelosa o prudente. Sin embargo, puede haber circustancias en su vida que en un momento dado le lleven a pasar a la acción, lanzarse al vacío y parecer a ojos de los demás que está llevando a cabo una acción contrafóbica o arriesgada. Pasar de la fobia a la contrafobia (o viceversa) es propio de todos los tipos 6, es decir, que puedes ver conductas fóbicas y contrafóbicas tanto en un 6 conservación, un 6 social o un 6 sexual-transmisor.

Y esta es una de las paradojas más impactantes que he visto con el eneagrama cuando he conocido a muchos 6 conservación que han pasado muchos años en silencio y cautela, y de repente un día se han cansado de tanta «seguridad, ansiedad y/o aburrimiento» y han mandando su conservación al carajo.

Por poner un caso, el de aquel 6 que llevaba toda la vida trabajando de funcionario en un trabajo «seguro» de repente deja el trabajo y se pone a viajar o a emprender un negocio arriesgado. O de aquel 6 que llevaba años en una relación estable y de repente un día toma la decisión impulsiva de dejarla (después de meses de dudar si dejarla o no…) y se pone a iniciar una nueva vida o probar con otras parejas.

Los seres humanos somos paradójicos

Mi opinión es que para entender al ser humano hemos de entender sus paradojas y contradicciones. Muchas veces las personas «nos acabamos cansando de nosotros mismos» y empezamos a funcionar al revés, haciendo cosas que nunca antes habíamos hecho.

Así pues, si queremos comprender el eneagrama y entender a las personas, sus eneatipos, sus instintos y temperamentos, hemos de comprender que no somos siempre personas lineales y predecibles, sino que, como sistemas vivos que somos, estamos en constante evolución, aunque no nos demos cuenta de ello.

Esto es lo mismo que decir que las personas no somos sistemas estáticos sino dinámicos, y como tales evolucionamos para adaptarnos a nuestras circunstancias, por lo tanto, nuestras conductas pueden variar según el momento, la situación y las personas con quien estemos.

Este estado de constante evolución y adaptación hace que muchas veces parezca que tenemos «conductas paradójicas o contradictorias» en nosotros, puesto que a veces nos comportamos de una manera y en otras ocasiones, de una manera completamente diversa.

Ambos extremos de nuestra personalidad suelen ser reacciones pendulares que tienen un propósito adaptativo.

Un eneatipo 6 piensa en términos de seguridad y quiere sentirse seguro, es decir, su estrategia cognitiva dominante le impulsa a buscar la seguridad: a veces la encontrará quedándose tranquilito y protegido en su casa, pero otras veces la buscará recorriendo el mundo o lanzándose contrafóbicamente al vacío en paracaídas o cogiendo la moto yendo a 160 km/h por la autopista.

Nota: Para mi hablar de «un eneatipo» es lo mismo que hablar de «un sistema de creencias», «una estrategia cognitivo-emocional» o «un sesgo o filtro perceptivo de la realidad».
Para más información sobre instintos os recomiendo el trabajo de mis profesores y amigos Mario Sikora http://mariosikora.com/.