La mejor manera de superar el miedo a hablar en público es lanzarse a hacerlo :)

Este es el único secreto: la práctica.

Si quieres superar el miedo a hablar en público, ¡ponte a hablar en público!

La clave es empezar por conseguir pequeños éxitos, hablar de temas que te interesan y que dominas bien, para ir animándote y sintiendo que eres capaz de hacerlo. Con el tiempo y la práctica se pasa del pánico escénico al placer escénico. Te cuento mi historia:

Recuerdo el primer día que di una conferencia sobre desarrollo personal hace 7 años: estaba como un conejo asustado. La conferencia era en el centro de Madrid, a las 7 de la tarde de un jueves.  Durante todo el día estuve nerviosísimo, mi mente imaginaba todo tipo de escenas de terror: ¿Y si me quedo bloqueado en medio de la charla? ¿Y si a la gente no le gusta? ¿Y si hago el ridículo? ¿Y si me hacen preguntas difíciles y me quedo en blanco sin saber qué responder? Vamos, que llegué a la sala de la conferencia hecho un flan. Y lo peor de todo fue cuando entré en la sala: ¡Había casi 40 personas! – ¡Dios mío, qué voy a hacer! El pánico se apoderó de mi de cabeza a los pies. Nunca había estado delante de tanta gente hablando. Pero ya no podía echarme atrás, así que empecé a preparar mi pizarra y mis rotuladores, mientras sentía cómo temblaba mi mano al coger el papel donde llevaba escrita la estructura de la ponencia. Silencio en la sala. Todo el mundo mirándome con curiosidad. Se percibía claramente que estaba a punto de entrar en shock. Y ahí estaba yo, quieto, en silencio, mirando a todo el mundo. Mi corazón no paraba de latir. Mis manos sudaban. Mi pierna derecha empezó a temblar. ¿Y yo para qué me habré metido en esto?, pensé para mis adentros. Y el comienzo no pudo haber sido peor: me trababa al hablar, me quedé con la voz seca, miraba a la pizarra para evitar los ojos del público…

A los 10 minutos de chapucear conceptos inconexos sobre psicología, apareció mi salvador. Un hombre en la sala, que se estaba compadeciendo de mi, con una sonrisa y en tono humorístico rompió el ambiente de tensión que yo había creado diciendo: ¡A ver chaval, relájate hombre, que seguro que sabes un montón de esto que nos vas a contar. Pero no te pongas nervioso, que no te vamos a comer!

Mano de santo, todo el mundo se rió en la sala, yo también me reí, y todos nos sentimos más relajados.  Así que divertido, cambié la forma de realizar la ponencia. De repente mis nervios se habían convertido en relajación, mi temor en humor, y mis augurios de terror en empezar a disfrutar el momento presente. También sentí el apoyo del grupo, y esto fue una revelación para mi: la gente no venía a juzgarme, venía a aprender de mí. La gente quería disfrutar y pasárselo bien. Así que yo también empecé a disfrutar transmitiendo las ideas que había aprendido en mis primeros meses haciendo terapia y coaching.

El final de la ponencia no pudo ser mejor: la gente aplaudió y muchos de ellos se acercaron a saludarme y darme la enhorabuena por el cambio de actitud que había dado y por lo interesante que había sido la charla. Salí de aquel lugar con una alegría y una energía impresionante. ¡Había hablado por primera vez en público sobre mi trabajo! ¡Y lo había hecho bien! Estaba que no me lo creía, saltaba de la ilusión.

Aquella experiencia me hizo cambiar el chip. Estaba deseoso de volver a repetir la experiencia, de volver a hablar en público. Y también me animó muchísimo a seguir aprendiendo sobre oratoria y técnicas para hablar en público. Así que seguí dando charlas y seguí yendo a seminarios de técnicas de oratoria, improvisación, teatro, neurolingüística, etc.

Años después, analizando lo que sucedió en mi actitud después de esta experiencia, entendí que fueron 2 principios psicológicos que se pusieron en funcionamiento: el primero fue asociar la oratoria a emociones positivas, y la segunda, generar expectativas de éxito futuro.

LA DISTANCIA Y LA ASOCIACIÓN PSICOLÓGICA

Las personas de éxito se asocian a emociones de éxito. El éxito se retroalimenta a sí mismo. Una vez que tienes una experiencia positiva deseas volver a experimentarla. Por eso se dice que el éxito llama al éxito.

Los psicólogos Yaacov Trope y Nira Liberman, comprobaron que las personas cambiamos nuestras emociones según la manera en que procesamos la información. Según nos sentimos asociados o disociados de nuestras emociones, así cambia nuestra actitud. Y esto lo podemos aplicar en el campo de la oratoria, al igual que sucede en el mundo deportivo, artístico, científico y empresarial

Es decir, si yo asocio emociones negativas a hablar en público, mi actitud será de rechazar las situaciones donde me exponga a ello. Pero si me asocio a emociones negativas, mi actitud será de desear tener oportunidades a ser escuchado. Y viceversa, si me siento disociado de las emociones positivas, no sentiré ninguna motivación por ponerme a hablar en público.

Así pues, el primer paso para superar el miedo a hablar en público es distanciarse de las emociones negativas asociadas al miedo a hablar en público: la vergüenza, el rechazo, el pánico a quedarse en blanco, el estrés de la situación… Y a continuación, asociar la puesta en escena a emociones positivas: los aplausos, las risas, la complicidad del público con el ponente, la satisfacción personal por hacer un buen trabajo, el aprecio y la gratitud del público.

Hay técnicas muy potentes que se utilizan en Hipnosis y en PNL (Programación Neurolingüística) para ayudar a las personas a superar sus miedos y ataques de pánico. Y son aplicables tanto al miedo escénico, como al miedo a volar, la agorafobia, la fobia social, la hipocondría, y muchas más situaciones que causan ansiedad anticipatoria.

LAS EXPECTATIVAS DE ÉXITO Y EL OPTIMISMO RAZONABLE

Si crees que puedes o si crees que no puedes, tienes razón (Henry Ford)

Walter Mischel denomina el motor del éxito a la frase: «Creo que puedo»: la creencia de llegar a ser capaz de conseguir un éxito es la base de la motivación para poder lograrlo.

Los psicólogos Charles Carver, Shelley Taylor, Piers Steel, y muchos más, han demostrado que las expectativas de éxito son el motor del progreso. Y esto es de sentido común: si uno no espera que algo suceda, no se va a molestar en hacerlo. Si no tienes expectativas de éxito a la hora de freír bien un huevo frito, no vas ni siquiera a intentar ponerte a cocinar.

Las «personas optimistas-realistas» tienen más capacidad de sobrellevar el estrés de las situaciones, por ejemplo, hablar en público. También tienen más capacidad de reponerse ante los problemas de la vida. Tienen más iniciativa a la hora de cuidar su salud y bienestar futuro. Y en general, tienen más éxito a la hora de proponerse hacer algo y lograrlo.

Cuando hablo del optimismo, hago mención al optimismo realista. El optimismo es una bendición muy importante, siempre y cuando esté conectado de un modo razonable con la realidad.

El optimismo del que hablo no tiene nada que ver con el «optimismo mágico o el pensamiento positivo». Como todas las cosas en la vida, el optimismo tiene que estar basado en una base consistente. En el caso de la oratoria, hablar bien en público es algo que está al alance de todas las personas, pero eso no significa que no haya que hacer un trabajo previo.

Hablar bien en público requiere preparación, y también requiere dominar la materia de la que se va a hablar. También requiere creer firmemente aquello de lo que se habla, y tener el deseo de transmitirlo. Hablar bien en público require estar bien alineado con los propios valores, y tiene que tener el objetivo de contribución, no de narcisismo personal.

EL PODER DE LA VISUALIZACIÓN

Existe una técnica muy eficaz a la hora de crear expectativas de éxito, y es la VISUALIZACIÓN: visualizar previamente tu ponencia antes de hablar en público. El poder de la visualización se ha comprobado que llega a ser el 60% del éxito de los atletas deportivos de élite. Todos los grandes atletas dedican mucha energía mental a imaginarse cómo mejorarán su desempeño en los entrenamientos, cómo superarán los obstáculos que se les presenten en las competiciones, y hasta visualizan cómo lograrán una medalla y su foto en el podio de los campeones.

LA «TÉCNICA DE LAS PEORES PESADILLAS»

Otra técnica muy potente de visualización para superar los miedos, es la técnica de imaginar lo peor que podría suceder, o también llamada la técnica «Post Mortem». Esta es una técnica que se estudia en Problem Solving Estratégico (Giorgio Nardone, Paul Watzlawick), y es muy eficaz a la hora de tratar miedos muy arraigados. Consiste en visualizar durante 20 minutos seguidos lo peor que podría suceder, de manera que el cerebro, por contraste mental, se canse y haga un clic. Para casos graves, esta técnica es necesario que sea monitorizada por un profesional terapeuta que sepa hacerla.

La técnica de las peores pesadillas se puede combinar con la visualización de éxito para aumentar la eficacia del principio de visualización:

1º Primero imagínate lo peor que podría pasar, para aceptar esa posibilidad, y también para prepararte para evitar esos posibles errores.

2º Y segundo, una vez que has puesto los pies en el suelo, dándote un baño de prudencia y sentido común, ahora es el momento de motivarte visualizando un futuro exitoso, imaginando lo mejor que podría suceder: cómo vas a hacer las cosas de manera eficaz.

Bibliografía recomendada:
La ecuación de la Procrastinación, Piers Steel.
El test de la Golosina, Walter Mischel.
Autoeficacia, El ejercicio del Control. A. Bandura