Nuestra madre, la persona más experta en nuestro autocuidado y supervivencia, ya nos lo advertía de pequeño: cuídate, come bien y duerme bien; vete pronto a la cama, no trasnoches, no comas guarrerías, come más verdura y fruta…

Los expertos en salud nos recuerdan la importancia de hacer deporte y estar activo físicamente, tanto para disfrutar de una mayor energía diaria como para prevenir enfermedades cardiovasculares. Hacer actividades deportivas de mantenimiento del tono muscular que potencien la resistencia, la fuerza y la elasticidad.

Los expertos en medicina nos recuerdan la importancia de hacernos un chequeo médico al menos una vez al año, y mantener buenos hábitos de autocuidado: el aseo personal diario, lavarnos las manos al llegar a casa, taparnos para no resfriarnos en invierno, echarnos crema solar en verano, evitar la insolación…

Los expertos en finanzas familiares nos avisan de la necesidad de ahorrar y prever el futuro, hacernos planes de pensiones y seguros privados de salud. No gastar más de lo que se tiene, y sólo gastar más para realizar inversiones productivas (que nos generen activos personales o financieros en el medio y largo plazo).

Los expertos en gestión del tiempo nos recomiendan la importancia de mantener diaria o semanalmente un cierto orden en la organización de nuestra casa y oficina. También inciden en que para lograr la conciliación familiar y laboral es necesario llevar a acabo cierta planificación de las tareas y objetivos que nos proponemos a corto, medio y largo plazo.

Los emprendedores y empresarios de éxito reconocen que la clave de su alto rendimiento se debe a su alto nivel de energía, y este alto nivel de energía lo mantienen gracias a llevar diligentemente ciertos hábitos de salud diarios como son acostarse pronto, levantarse pronto, hacer deporte intenso todos los días y mantener una dieta variada.

Los expertos en psicología familiar y de pareja recomiendan dedicar un tiempo a la semana para organizar la casa, administrar las tareas del hogar y disponer de un tiempo de calidad para compartir y disfrutar de la intimidad.

EL INSTINTO DE CONSERVACIÓN

¿Qué es el instinto de Conservación? Según el Eneagrama y la ciencia biológica, el instinto de conservación es el instinto de supervivencia, de autocuidado, de gestión eficiente de los recursos, de cuidado de nuestro “nido”, cría de hijos, cuidado de los familiares, cuidado de la salud, las finanzas y el tiempo.

Mario Sikora utiliza la metáfora de la ardilla como un ejemplo arquetípico del instinto de conservación: las ardillas recogen nueces y las guardan para el invierno, cuidan sus nidos, hibernan en invierno… También utiliza la imagen de los monos para señalar al instinto social, y al pavo para el instinto transmisor.

El instinto de conservación es la base fisiológica que sustenta la vida y aporta la energía necesaria para que el cuerpo funcione correctamente. Es decir, que si nuestro instinto de conservación no está bien, el resto de las áreas de nuestra vida se van a ver afectadas. Y por el contrario, cuando nuestro instinto de conservación está sano y equilibrado, nos aporta un extra de energía que nos ayuda a tener un mayor control de nuestra realidad.

El instinto de conservación es el primero de los instintos, porque aporta la energía necesaria para vivir. Sin energía, sin salud, sin vitalidad, el resto de las áreas de nuestra vida se verán anuladas.

Siguiendo la teoría instintiva que hemos visto en los anteriores artículos, recordemos que existen 3 grandes grupos o tendencias instintivas en los animales y en los seres humanos: el instinto de conservación, el instinto social y el instinto sexual / transmisor. Los instintos son los impulsos biológicos que hacen posible la vida y el desarrollo de los individuos en la naturaleza. Los instintos son la base de la vida y el bienestar de una especie.

EL INSTINTO SOCIAL

El instinto social es el instinto de pertenencia a los grupos, de ayuda mutua, de cooperación, de compartir ideas y recursos con otros miembros de tu especie. Es el instinto que hace que nos sintamos bien en los grupos, que tengamos buenas habilidades sociales, que nos guste estar con la gente, que sepamos gestionar los conflictos interpersonales. El instinto social se basa en el principio de reciprocidad: compartir los recursos mutuamente. Igual que hacen los monos: yo hoy comparto mis plátanos contigo, para que tu mañana -si a mi me falta- de manera natural compartas tus plátanos conmigo. Yo te quito los piojos y parásitos a ti, y tú me los quitas a mi. Es el principio de ayuda mutua, compañerismo y sentido social.

EL INSTINTO SEXUAL / TRANSMISOR 

El instinto sexual / transmisor es el instinto de lucha, de progreso, de empuje, de ganas de lograr nuestras metas y objetivos en la vida. Es el instinto que nos impulsa a dejar un legado mediante la transmisión de nuestras ideas, obras, carisma o genes.  Es el instinto que nos hace desear ser visibles, influir en los demás, dejarles una huella emocional y vincularles a nosotros. Es el instinto del liderazgo, de la territorialidad, de la autosuperación y el vigor por hacer que las cosas sucedan. Es el instinto que nos hace vivir con intensidad, con fuerza y empuje.

Tanto el instinto social como el instinto sexual / transmisor se ven afectados por el instinto conservación. Está claro: si no tienes buena salud y no tienes vigor físico, tampoco tendrás la energía y potencia necesaria para lograr tus objetivos “transmisores” en tu vida: conseguir logros, dejar un legado, superarte a ti mismo, alcanzar tus metas personales y dejar descendencia. Y si no tienes energía física, con el tiempo tus relaciones sociales empeorarán, puesto que no tendrás el buen ánimo necesario para enfrentarte con templanza ante los posibles conflictos, o no estarás en condiciones de relacionarte con normalidad con los demás.

En mi caso, mi instinto dominante es el social, y siempre me ha costado entender la enorme importancia que tiene el instinto de conservación. Las personas sociales solemos valorar más el instinto sexual / transmisor, y nuestro instinto ciego u olvidado suele ser el instinto de conservación. Por ejemplo, a las personas sociales les suele dar pereza dedicar tiempo para cocinar e ir al supermercado con una lista de compra de productos saludables, A los sociales les cuesta quedarse un fin de semana entero metidos en casa sin tener vida social para por ejemplo poder organizar su casa, amueblar, pintar o hacer obras de mantenimiento. A los sociales les da pereza interesarse por aprender a ahorrar, por saber invertir su dinero. También he conocido muchos sociales que debido al exceso de vida social acaban teniendo problemas de salud por trasnochar, comer siempre de restaurantes, ser fumadores y bebedores sociales, gastarse todo su dinero en actividades sociales, salir…

Pero claro, los sociales sí que valoran conseguir metas, tener liderazgo y ser reconocidos socialmente, por estos motivos valoran el instinto sexual / transmisor. Sin embargo, la única manera de tener energía y recursos suficientes para lograr los propios objetivos es cuidando el instinto de conservación. Y el problema es que muchos sociales, de tanta vida social no dedican el suficiente tiempo a mejorarse a si mismos, a lograr sus metas y superarse personal y profesionalmente. He conocido a muchos sociales que de tanta vida social y estar metidos siempre en líos con gente y grupos, se desentienden de cuidarse su salud, su alimentación, su dinero y su familia (instinto conservación) y esto les afecta también porque les impide desarrollar su instinto transmisor para lograr sus objetivos y sentirse realizados.

Por este motivo, me he dado cuenta de que las personas de instinto sexual / transmisor dominante suelen obsesionarse con el instinto de conservación, puesto que es el instinto de conservación lo que les da la energía necesaria para lograr sus objetivos transmisores. Por ejemplo, muchos individuos sexuales / transmisores son cocineros famosos que aparecen en la tele, son chicas y chicos atléticos que publican libros de dietas y comida sana, son deportistas que enseñan hábitos de salud, son gurús financieros que hablan de cómo ahorrar e invertir el dinero, son médicos o psicólogos que aconsejan (transmiten) sobre cómo dormir bien, comer bien, cuidar la salud…

HÁBITOS DE SALUD

Podríamos hablar largamente de la importancia de cuidar el instinto de conservación, pero voy a limitarme a hacer hincapié en cuidar 3 hábitos clave del instinto de conservación que son los que aportan la energía necesaria para que otros dos instintos (social y sexual / transmisor) funcionen correctamente:

  1. Dormir bien
  2. Comer bien
  3. Hacer deporte

DORMIR BIEN

La neurociencia ha descubierto los motivos fisiológicos para que durmamos mínimo 7 horas diarias, siendo lo óptimo 8 horas (los niños y mayores más tiempo). El argumento más convincente que he escuchado es el de Jeff Lliff, que comenta que es en el sueño cuando nuestro cerebro puede expulsar las toxinas acumuladas durante el día. Cuando dormimos pocas horas nuestro cerebro no es capaz de desintoxicarse totalmente, por eso nos sentimos cansados, no pensamos con claridad, estamos más deprimidos, somos más aburridos, menos creativos y menos productivos. Aquí abajo os dejo vídeos del TED interesantísimos sobre los últimos descubrimientos científicos sobre el sueño.

COMER BIEN

Y en cuanto al tema de comer bien, está claro. Comer más frutas y verduras, no fumar, y beber con moderación. Reducir en lo posible el azúcar blanco y la sal. Hacer varias comidas al día. Hacer un desayuno fuerte, y la comida y la cena más ligeras. Está comprobado que la dieta mediterránea es una maravilla, nuestros abuelos comiendo así de bien están viviendo hasta los 90 años con salud.

Pero hay un peligro hoy en día con el tema de la obesidad y las dietas: y es la creciente obsesión de la gente con la comida, las dietas agresivas y la “vida sana”. Así pues, aquí os dejo un par de vídeos muy interesante sobre estos temas.

HACER DEPORTE

Y lo del tema del deporte diario y semanal es otra de las claves para poder tener más energía física y mental. Mi abuela hasta los 97 años hacía deporte todas las mañanas en su bicicleta estática y se daba todos los días un paseo de una hora a lo largo del río Arlanzón de Burgos. Cada uno según su edad y gustos puede desarrollar un deporte que le guste.

La clave para mantener un hábito deportivo es que te guste. La psicología ha comprobado que nuestro nivel de autocontrol y fuerza de voluntad es limitada, así pues, sólo vas a mantener como hábito aquello que te aporte estímulos positivos. Por ejemplo, si a ti te aburre hacer deporte solo, pues busca un deporte de equipo. Si salir a correr o ir a nadar solo te da mucha pereza, pues apúntate a un equipo de “running” o a un equipo de natación.  A mi el deporte que mejor me viene es nadar, porque siento que me tonifica todo el cuerpo y adquiero fuerza y resistencia. Después de nadar siento que tengo mucha más energía para trabajar y mantener el ritmo durante toda la semana. Y como persona social, me encanta jugar al paddel y al fútbol con los amigos.


Bibliografía recomendada:
Comer sin miedo, J. M. Mulet