Si quisieras asegurarte una gran depresión, la receta para el amargamiento de vida es sencilla: intentar quedarte solo o quedarte rodeado de personas con las que no tienes una relación muy profunda.

Hace poco vi un vídeo del TED de Robert Waldinger que explicaba las conclusiones del estudio más largo sobre la felicidad que se ha llevado a cabo durante 75 años en la Universidad de Harvard rastreando la vida entera de 724 personas: la buena vida se construye con buenas relaciones. Y que el dinero, el éxito, el reconocimiento y el vivir “con pasión” está muy bien, pero si te quedas más solo que la una te entra una depresión de caballo.

El vídeo está muy bien y te recomiendo verlo, pero hasta aquí no decimos nada nuevo. La sabiduría popular ya nos recuerda que las buenas relaciones y las amistades estrechas son una de las claves para tener una vida feliz y mantenernos sanos emocionalmente. Pero lo que a mi me interesa de este asunto es cómo funciona la psicología social a la hora de relacionarnos con los demás.

  • ¿Por qué unas personas tienen tanta inteligencia emocional y otras no?
  • ¿Por qué algunas personas son tan buenas en sus relaciones y otras padecen de «analfabetismo emocional”?
  • ¿Por qué hay personas con las que da gusto estar mientras que con otras sientes que todo es muy artificial?
  • ¿Por qué algunas personas logran crear buenas amistades y relaciones familiares mientras que otras parecen incapaces de relacionarse con normalidad con los grupos?
  • ¿Por qué hay gente tan famosa y triunfadora en su vida pública y profesional mientras que su vida privada (familiar, de pareja y amistades) es un fracaso?

Pues una de las razones parece estar en el funcionamiento de los instintos. Para los que conocéis el Eneagrama ya sabéis que divide a las personas en 3 grupos, según su instinto o tendencia instintiva dominante: están las personas de instinto social, conservación y sexual/transmisor. Como bien me explicó en su día mi amiga Isabel Salama y mi profesor Mario Sikora, el Eneagrama se logrado entender mejor gracias a la etología: el estudio del comportamiento animal.

Según la teoría etológica en la que se basa el eneagrama, todos los instintos animales podrían agruparse en estos 3 grandes grupos a la hora de aplicarse a los humanos:


CUwWUuZXIAAZrxKInstinto social:
es el instinto que nos ayuda a relacionarnos entre los grupos. Nos ayuda a entender cómo son las dinámicas sociales, a empatizar con los demás, a gestionar bien las interacciones entre personas, a saber en quién confiar y cómo crear confiabilidad, a integrar a los grupos, equipos, familias… a crear relaciones de reciprocidad (saber dar y recibir), a saber hacer sentir bien a los demás estando contigo en tu grupo.

ciguena--478x270Instinto conservación: es el instinto que nos ayuda a mantenernos sanos, al autocuidado, a proteger nuestra salud, nuestro bienestar y a gestionar bien nuestros recursos (tiempo, energía física y dinero). También a mantener la seguridad y el bienestar de los íntimos: pareja, hijos, padres y hermanos. Es es instinto hogareño, de criar y cuidar a los nuestros.

leon-pablo-adanInstinto sexual/transmisor: es el instinto que nos da fuerza y empuje para lograr nuestras metas y propósitos de vida. Nos da la energía para “transmitir” algo de nosotros al mundo externo. El instinto sexual, las gónadas, aportan las hormonas que nos dan la vitalidad y la intensidad necesaria para conseguir lo que nos proponemos. Así mismo, este instinto también nos lleva a mantener relaciones íntimas intensas, a ser extrovertidos y aventureros.

Lo curioso y fascinante de todo esto es que se ha descubierto que cada persona tiene uno de esos instintos como dominante en su vida. ¿Y esto qué significa? Pues que si tienes un instinto dominante ó hiperdesarrollado, por naturaleza, también tendrás los otros instintos menos desarrollados o todavía por desarrollar. Y para llevar una vida sana hace falta tener los 3 instintos equilibrados.

Pero vamos a centrarnos en el Instinto social. Independientemente de que tu instinto sea el social o no como dominante, los problemas sociales y de relación con las personas aparecen cuando este instinto está desequilibrado. Y puede desequilibrarse de 3 maneras: por defecto o ausencia, por exceso y por distorsión. Veamos qué significa esto:

1º. Por defecto: cuando nuestro instinto social está infrautilizado y brilla por su ausencia. Esto les suele ocurrir a algunas personas de instinto sexual/transmisor y de tipo conservación. En este caso el problema está claro: si te aíslas socialmente, si no cuidas a los amigos, si no dedicas tiempo a crear eventos familiares (donde integras a tu pareja, a tu familia política, a tus hermanos, tus padres…) lo normal es que con el tiempo las relaciones se resientan. Cuando una persona sufre ausencia de instinto social, simplemente le pasan los años sin preocuparse mucho de haber creado “tribus de amigos”, «grupos sociales” o “familia». Todos conocemos a alguna persona no-muy-social (o antisocial) fácilmente identificable porque la has escuchado alguna vez decir algo así: “la gente me agobia”, “los grupos sociales me cansan”, “llamar por teléfono, quedar con la gente y dedicar tanto tiempo a las relaciones me da mucha pereza”.

2º. Por exceso: es cuando nuestro instinto social se lleva al extremo. Esto les ocurre a algunas personas de instinto social. Las personas que sufren la hipersociabilidad se convierten en cierrabares, veletas y picaflores. Esto no tiene nada de sano ni de guay. Pasarse todo el día con gente, hablando, charlando o chismorreando de gilipolleces tampoco garantiza una vida social feliz. Hay muchas personas que confunden “saberse relacionar” con ser “hipersocial” y pasarse el día entero con diferentes grupos de personas sin profundizar en ninguna relación en concreto. Cuando uno está con todo el mundo en realidad no está con nadie. De hecho, las personas que se pasan demasiado tiempo “socializándose” pierden un tiempo muy valioso en cuidarse a sí mismas (instinto de conservación) y en esforzarse en lograr sus metas (instinto sexual/transmisor). Un ejemplo de ello lo tenemos en España con la hipersocialización, el botellón y los cierrabares: se pasan el día socializándose y bebiendo y acaban con problemas de salud (i. conservación) e insatisfechos por no lograr lo que se proponen en la vida (i. sexual/transmisor). Otro ejemplo lo tenemos con el típico amigo simpaticote, amigo de todos, que va de un lado a otro y que siempre está en todas las movidas sociales, pero que sientes que es un tipo un poco superficial y que no se puede tener una amistad profunda, normal y de confianza con él.

3. Por distorsión: es cuando la gente confunde ser social con «ser sociable”, “extrovertido” o «dar una buena imagen pública”. Esto es un problema típico de las personas de instinto sexual/transmisor: que distorsionan el instinto social. Se creen sociables, cuando en realidad lo único que buscan es “influir en los grupos sociales” o “transmitir algo de ellos en los demás”: sus ideas, su carisma, sus emociones, su humor, su poder… Los sexuales/transmisores a veces tienen muchos problemas para relacionarse con normalidad en los grupos sociales. Les cuesta entender cómo funcionan las relaciones humanas normales. A veces les cuesta fluir con naturalidad entre los grupos. Se les olvida que para estar con gente y disfrutar de las relaciones se puede estar callado o participar tranquilamente de las conversaciones; sin embargo, su instinto transmisor les impulsa a monopolizar las reuniones con sus temas de conversación, a llamar la atención de los demás y dar una «buena impresión”. Fácilmente se pueden ver estos casos de extroversión patológica en políticos, artistas, famosos, “youtubers”, vendedores y demás obsesionados con el reconocimiento público. O también tienes el ejemplo de esa persona que siempre que va a una reunión monopoliza las conversaciones, da la nota o llama la atención de manera excesiva; o en esa persona que se obsesiona con las redes sociales, y confunde el instinto social con el exhibicionismo social: subiendo constantemente fotos de si mismo, contando todo lo que hace en su vida, mostrando obsesivamente su cuerpo…

Conclusión, como decía Aristóteles, in medio virtusen el equilibrio se encuentra la virtud. Como en todas las cosas de la vida, en el desarrollo del instinto social también hay un punto óptimo: saber invertir tiempo y energía en mantener relaciones sociales y familiares de calidad, pero sin descuidar otras áreas de nuestra vida, como el autocuidado y el crecimiento personal / profesional.

Si hay una película que explica con claridad cristalina el valor del instinto social y la amistad es «Qué bello es vivir»: cuenta la historia de un hombre que por circustancias de la vida se queda arruinado económicamente y está a punto de suicidarse, pero todas las personas de su «entorno social»(familiares, amigos, vecinos, clientes de su empresa…) van en su ayuda y lo salvan.

Como pone en la carta que le deja el ángel Clarence:

«Recuerda, ningún hombre es un fracaso si tiene amigos»


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