Las alas del Eneagrama
Las alas del Eneagrama: qué son, para qué sirven y por qué pueden ser una auténtica rayada.
En el mundillo del Eneagrama hay dos teorías que suelen generar mucha fascinación… y también muchos quebraderos de cabeza: los tritipos y las alas.
Aquí vamos a centrarnos en las alas: explicarte qué son, qué pretendían aclarar y por qué, desde nuestra experiencia, pueden confundir más de lo que ayudan si estás empezando o estás en un nivel medio de Eneagrama.
La idea no es demonizarlas, sino ponerte las cosas fáciles: que sepas dónde te conviene poner el foco para que el Eneagrama te sirva de verdad en tu vida.
¿Qué son las alas del Eneagrama?
La teoría de las alas fue desarrollada sobre todo por Don Richard Riso y Russ Hudson, que describieron 18 subtipos: cada eneatipo con un ala a la izquierda o a la derecha.
La idea es sencilla:
- Cada eneatipo tiene dos vecinos en el símbolo.
- Uno de esos vecinos sería tu “ala” dominante, una especie de energía secundaria que matiza tu forma de ser.
Por ejemplo, si eres un eneatipo 8 ala 9, pues eres un eneatipo 8 más asentado, contenido, que busca controlar su entorno pero en un clima de mayor calma y estabilidad.
Si eres un eneatipo 8 ala 7, pues eres un eneatipo 8 más guerrero, aventurero, excesivo, donde se mezcla la lujuria del 8 con la gula del 7.
Riso y Hudson usan la metáfora del color: tu eneatipo tendría un “color base” y el ala lo teñiría ligeramente hacia el color del punto vecino.
Sobre el papel, suena bien: más matices, más riqueza, más combinaciones. En la práctica no tanto. Aquí es donde nosotros empezamos a ver problemas.
¿Por qué las alas del Eneagrama pueden confundir?
Básicamente, porque complican mucho algo que ya de por sí es muy profundo.
El Eneagrama, bien trabajado, ya es complejo: son 9 eneatipos, 27 subtipos instintivos, tenemos las flechas, los niveles de desarrollo…
Si a eso le añades alas, tritipos y listas de nombres para cada combinación (“el pacificador”, “el embajador”, “el buscador”…) terminas con 27 tritipos, 18 alas, mil etiquetas… y muy poca claridad práctica.
Al final, mucha gente acaba teniendo que “trabajarse” casi los 9 tipos, las alas, las flechas, los tritipos… y se dispersa. Lo entiende todo mal y no aplica nada.
También la teoría de las alas puede confundir porque se usan para explicar cosas que vienen de otro sitio.
Este es un punto clave de mi experiencia clínica y docente. Muchas personas creen tener un ala porque son más sociales o extrovertidas, son más reservadas o tímidas, se ven “muy eneatipo 3”, “muy eneatipo 5”…
Cuando, en realidad, eso suele tener más que ver con su instinto dominante (conservación, social, transmisor), su temperamento, su morfología facial (morfopsicología) o rasgos de personalidad tipo Big Five (apertura, extraversión, etc.).
Ejemplos que vemos mucho en la escuela:
Personas eneatipo 6 que se creen “6 ala 7” porque son muy sociables, cuando lo que tienen es un instinto social muy marcado, no necesariamente rasgos de 7.
Personas 4 conservación que se ven como “4 ala 5” porque son más introvertidos o racionales, cuando esa retirada suele venir del instinto conservación y de una morfología más retraída, no de una auténtica motivación 5.
Además, no todos los 5 son introvertidos: hay 5 muy sociales y extrovertidos. Eso desmonta uno de los tópicos más usados para justificar “alas”.
Pero sobre todo, las alas del Eneagrama pueden confundir porque favorecen la malidentificación.
Yo mismo, Alberto, empecé con el Eneagrama utilizando tritipos y alas, y durante años estuve convencido de que era un eneatipo 7 porque me veía hiperactivo y un poco disperso y alegre. Pero a la vez me veía complaciente y algo empanado, como el eneatipo 9, y veía que quería destacar como el eneatipo 3.
Resultado: cacao mental y un montón de teoría sin entrar de verdad en el patrón de fondo.
Hasta que, con los años y la práctica, me di cuenta de que mi estructura profunda era el eneatipo 6 social, y que muchas de las cosas que atribuía a las alas tenían explicación desde los instintos, las flechas (3 y 9) y mi forma concreta de funcionar.
Tanta mezcla de alas + tritipos me llevó incluso a abandonar el Eneagrama una temporada por la sensación de que complicaba más de lo que ayudaba.
El paso a paso para la identificación
En AutoGnosis el orden de prioridades para identificarse es otro, y no, no implica las alas del Eneagrama. Este es el paso a paso:
1. Identificar bien tu eneatipo dominante:
Entender en profundidad tu motivación básica, tus miedos, tu forma de atender, tus sesgos y tus talentos.
2. Precisar tu subtipo instintivo:
Conservación, social o transmisor. Eso explica gran parte de por qué dos personas del mismo eneatipo pueden ser tan distintas.
3. Trabajar las flechas:
Ver cómo usas tus dos flechas: cuándo te desequilibran, cuándo te ayudan a crecer, y cómo apoyarte conscientemente en ellas.
Además, puedes sumar otras metodologías para entender tu individualidad, como la Morfopsicología (tu rostro como mapa funcional) y la Psicobiología de los instintos y temperamentos, y también otros modelos de personalidad como el Big Five, etc.
El Eneagrama es una herramienta extraordinaria, pero no lo explica todo. Y, paradójicamente, intentar arreglar sus límites metiendo más y más capas teóricas (alas, tritipos, etc.) suele volverlo menos útil.

¿Tienes claro tu eneatipo?
¿Para qué sirven las alas del Eneagrama?
No hace falta tirar la teoría de las alas del Eneagrama a la basura. La postura es más matizada:
Conocer la teoría de las alas puede ser interesante, sobre todo si te gusta el Eneagrama, lees mucho o ya tienes mucha experiencia.
Pero si estás empezando o estás en un nivel medio, no es ahí donde más vas a ganar claridad ni transformación personal.
Nuestra recomendación es que primero, domines lo esencial: tu eneatipo, tu subtipo instintivo, tus flechas, tu historia vital.
Después, si te apetece y ya tienes un mapa muy sólido de ti, puedes curiosear con las alas desde otro lugar: como un matiz, no como una etiqueta que lo cambia todo.
En palabras simples: No necesitas alas ni tritipos para empezar a cambiar tu vida.
Necesitas saber bien cómo funciona tu eneatipo y trabajar con él de forma honesta y sostenida.
Si te interesa el tema de las alas, te propongo algo muy simple: ponlas en “modo curiosidad”, no en “modo identidad”.
En vez de decir “soy 4 ala 5”, prueba a decir: “Soy 4 (conserva/social/transmisor), y me resuenan algunos rasgos de 5. Voy a ver de dónde vienen exactamente.”
Vuelve siempre a la base: ¿Cuál es mi motivación central? ¿Qué me duele de verdad? ¿Qué quiero conseguir y desde qué miedo me muevo?
Observa tus flechas antes que tus alas: Ver cómo te vas a tus flechas en tu día a día suele darte mucha más información práctica que tratar de encajarte en un ala concreta.
Conclusión
Las alas del Eneagrama fueron un intento valioso de añadir matices a los tipos.
Pero, tal y como las vemos desde la experiencia de escuela y consulta, su utilidad práctica es limitada si aún no tienes muy claro tu eneatipo, tu instinto y tus flechas.
Si a ti te divierte explorarlas y sientes que te aportan, perfecto. Solo recuerda esto:
Lo que de verdad transforma no es coleccionar etiquetas, sino entender a fondo tu patrón y trabajar con él con los pies en la tierra.




