Hace unos días me sucedió una historia surrealista que me ha inspirado para escribir este artículo:

Me llamó una mujer de mediana edad buscando ayuda para su marido contándome que él llevaba mucho tiempo en el paro y que se encontraba perdido, tanto en el plano personal como el profesional. Contactaba conmigo porque había oído buenas referencias mías. Yo la respondí que bien, que claro que podía hablar con su marido para ver cómo echarle una mano.

Para mi asombro a continuación me preguntó si yo, en mi enfoque terapéutico, utilizaba la “espiritualidad”, puesto que tanto ella como su marido ambos eran «muy espirituales” y, según ella, para poder empatizar con su marido tenía que encontrar a un profesional que también trabajara desde la “espiritualidad” y pudiera compartir ese enfoque místico porque “le enganchaba mucho”.  También me comentó que eran «grandes seguidores” de unos gurús motivacionales (famosos por sus libros y vídeos en youtube) a los cuales estaban infinitamente agradecidos puesto que «nos ayudan a despertar”.

Yo la respondí lanzándole una pregunta:

– Me parece muy bien, entonces, ¿para vosotros qué significa “trabajar la espiritualidad”?- “Para nosotros la espiritualidad es un trabajo interior para trascender el ego y conectarnos con nuestra esencia, puesto que es el camino que nosotros hemos elegido libremente»

Después de una breve conversación telefónica explicándole mi enfoque terapéutico eminentemente pragmático y estratégico, la mujer debió decidir que yo no era “suficientemente espiritual» para su marido, y amablemente me dijo que iba a buscar a otro profesional que pudiera facilitarles herramientas para continuar con “su camino”. Y yo, también muy amablemente, le respondí que les deseaba mucha suerte en “su camino”.

El pensamiento mágico y el sistema inmunitario psicológico

Estas navidades estuve unos días en Burgos con la familia, y hablando con mi padre sobre la fiebre de la gente por la lotería en estas fechas, reflexionamos sobre esa atracción que tenemos los seres humanos por lo “mágico”. Está claro que los seres humanos no somos sólo seres racionales, más bien somos emocionales y “mitófilos”. Nos gusta creer en los sueños, en la lotería, en la suerte, en los mitos, en lo mágico, en lo fantástico, en el más allá, en las ideologías que prometen el cielo en la tierra, en los príncipes azules rescatadores… Y esta parte mágico-emocional es algo inherente en el ser humano.

Probablemente esta búsqueda mágica de cambiar la realidad tenga que ver con el sistema inmunitario de protección psicológico que tenemos las personas: el cerebro utiliza la imaginación y crea realidades paralelas para proteger nuestros sueños, ilusiones y expectativas. Y por supuesto, este sistema psicológico tiene una importante utilidad: Si no nos pusiéramos estas “gafas de color de rosa” nos sería muy difícil superar una pérdida afectiva (una ruptura de pareja o la muerte de un familiar), superar una despido profesional o hacer frente a una catástrofe (ser robado, tener un accidente de coche o perder la propia casa). El cerebro nos protege para no “empotrarnos» con la dura realidad y quedarnos ahí bloqueados.

Sin embargo, como sucede con todo en este mundo, cualquier cosa buena cuando se lleva al exceso se convierte en mala. La medicina es buena porque cura enfermedades, pero la medicina aplicada en cantidades excesivas se convierte en veneno. Tener ilusiones, sueños, esperanzas, creencias, ideologías y pensamientos mágicos es realmente bueno y necesario para la salud y la felicidad de las personas, pero los problemas aparecen cuando llevamos estas ilusiones al exceso, y subvertimos la realidad con nuestras percepciones irreales.

Al igual que en la cocina tenemos que medir el punto óptimo de sal que echamos a la comida -para que no esté ni sosa ni muy “salá”-, en nuestras vidas tenemos que medir el punto óptimo de “emocionalidad y pensamiento mágico” con que afrontamos los desafíos cotidianos.

Tener pocas ilusiones es malo. Tener demasiadas ilusiones también es patológico. Así pues, hemos de buscar ese punto intermedio óptimo de ilusión que combine perfectamente con vivir una vida normal, consciente, racional y bien estructurada.

Propósitos de año nuevo con pensamiento racional

El ejemplo de esta «pareja espiritual” es un arquetipo de lo que nos sucede a muchas personas: nos equivocamos cuando buscamos remedios “mágicos-emocionales” para solucionar problemas “pragmáticos-reales” en la vida cotidiana.

Si te echaran del trabajo y no tuvieras ni un duro en el banco resultaría poco realista ponerte a «buscar la espiritualidad”, “encontrar El Camino”, “trascender el ego”, «lograr la trascendencia”, “activar la magia” o “echar a la suerte de la lotería” como remedios útiles para resolver un problema tan apremiante.

Un agricultor puede ponerse a rezar o hacer bailes chamánicos para que llueve en primavera y crezca el trigo en verano. Pero si previamente en invierno no se ha puesto manos a la obra arando la tierra y sembrando el trigo, por mucho “pensamiento mágico” y “conexión con su esencia» que tenga no va cosechar nada en verano.

Esto no quiere decir que el agricultor tenga que ser una persona carente de vida interior, religiosidad, ilusiones y creencias, pero esas emociones y esperanzas tienen que ir de la mano con la realidad y el sentido común. Como dice el refranero español tradicional: “A Dios rogando pero con el mazo dando»

En estas fechas de principios de año muchos de nosotros soñamos despiertos con los famosos «propósitos de año nuevo”: – ¡Este año voy al gimnasio y pierdo 10 kilos! ¡Este año cambio de trabajo! ¡Este año mejoraré mis ventas un 30%! ¡Este año me echo novia! ¡Este año hago un viaje un país tropical!

Todo esto de gritar al viento los nuevos propósitos está muy bien, pero hemos de considerar antes un par de cuestiones:

1. ¿Cómo lo vas a hacer?
2. ¿Cuáles serán las consecuencias no previstas de tus propósitos?

Las personas racionales no son aguafiestas ni pesimistas: tienen los mismos sueños que el resto de los humanos pero saben aterrizarlos a un plano concreto, y además dedican un poco de materia gris para hacer una visualización de futuro de lo que podría suceder. Las personas racionales saben que los sueños, para lograrse, tienen que materializarse en un plan de acción.

EL USO POSITIVO DEL PENSAMIENTO NEGATIVO 

TÉCNICA DE AUTOHIPNOSIS: PONERSE EN EL PEOR ESCENARIO.

Hay muchísimas técnicas psicológicas en libros de coaching, liderazgo y autoayuda para el logro de metas y la “buena definición de objetivos”. Y bajo mi experiencia, la técnica que personalmente a mí más me ha funcionado es la de pensar en lo peor que podría suceder. Sí, suena paradójico que para conseguir un sueño primero debas pensar en cómo fracasar en su intento o visualizar en cómo ese cielo podría convertirse en un infierno, pero funciona.

Puedes hacer la técnica de dos maneras diferentes, haciéndote estas 2 preguntas:

– Si quisieras fracasar en el logro de tu objetivo, ¿cómo lo harías? Es decir, si en vez de tener éxito, quisieras asegurarte un rotundo fracaso, ¿qué tendrías que hacer, específicamente, para acabar consiguiendo los peores resultados?

– Imagínate que estás a finales de este año 2016, estás en diciembre y todos tus propósitos de principios de año han sido un fracaso: dejaste en febrero de ir al gimnasio y en vez de adelgazar 10 quilos ganaste 5 más, sigues anclado en el mismo trabajo que no te gusta, en vez de aumentar tus ventas un 30% han bajado un 20%, y sigues solterón. ¿Qué ha sucedido? Piensa en qué es lo que has hecho durante este año para estar tan mal como estás ahora en diciembre. Piensa cuáles han sido tus comportamientos y actitudes durante el año que te han llevado a la situación negativa en la que ahora te encuentras. Cierra los ojos y visualiza mentalmente la película de fracaso que te ha llevado durante este año hasta donde estás ahora en diciembre de 2016.

Los neurocientíficos y los terapeutas estratégicos conocen bien estos mecanismos basados en el funcionamiento de la lógica paradójica y del contraste mental para utilizar el miedo y la precaución como factores motivadores para el logro de objetivos. Si quieres enderezar algo, piensa primero en cómo torcerlo más, dice el refrán. Si quieres traer el cielo a la tierra, primero piensa en cómo podrías, a pesar de tus buenas intenciones, traer el infierno. Si quieres montar un negocio de éxito, primero piensa en cómo podría fracasar. Si quieres ganar dinero, piensa primero en cómo podrías perderlo. Si quieres una buena relación de pareja, piensa primero en qué expectativas irreales y comportamientos negativos podrían llevarte a cargarte la relación.

Esta es una técnica de auto-hipnosis, y para hacerla bien tienes que estar más de 20 minutos concentrado con los ojos cerrados en las visualizaciones negativas. Te sorprenderás cómo a partir del minuto 10 o 15, después de analizar e imaginar los peores escenarios posibles, tu cerebro hará un clic y empezarás a pensar en positivo. Como has forzado al cerebro a ir al extremo negativo, debido al cansancio y la extenuación, por un procedimiento de contraste mental tu cerebro encenderá el interruptor de la creatividad y de las posibilidades. Una vez que tu cerebro ha tomado conciencia de los potenciales peligros e impedimentos que puede encontrarse en el futuro, ahora tendrá una base de realidad sobre la que hacer germinar la creatividad y las posibles maneras de alcanzar los objetivos y lograr resultados positivos.

Te animo a hacer esta técnica de visualización con tus propósitos de año nuevo, si la haces bien te aportará una visión más amplia de tu situación, ideas para superar los posibles obstáculos que podrían impedir tus objetivos y además conseguirás una motivación intrínseca mucho más poderosa y duradera, puesto que “tu sueño” no se basará en una ensoñación irreal sino en una planificación de futuro realista y en objetivos bien fundamentados sobre un plan de acción.


Bibliografía recomendada:
Procrastinación, Piers Steel.