El eneatipo 6 y la paradoja de la confianza
A menudo escuchamos: “yo creo que soy un 6 porque dudo mucho” o “porque soy muy inseguro”.
Pero tenemos que aclarar esto: dudar no te convierte en eneatipo 6.
Todos, en mayor o menor medida, tenemos pensamientos anticipatorios, le damos vueltas a las cosas y buscamos sentirnos seguros.
La diferencia del 6 es más profunda: su valor central es la confianza, y toda su estructura interna se organiza para lograrla.
Eso se puede manifestar en tres niveles:
– Confianza en sí mismo, para poder tomar decisiones, no perder el norte y sentir que tiene recursos para lo que venga.
– Confianza en los demás, porque necesita saber en quién puede apoyarse, quién es predecible y cumple su palabra.
– Seguridad en el entorno, es decir, que las cosas funcionen, que haya sostenibilidad, que no haya sorpresas inesperadas.
Por eso el 6 examina todo. Porque busca certezas, señales, evidencias. Necesita verificar que lo que percibe es real.
Y cuando está equilibrado, es prudente, sensato, valiente y profundamente confiable…
… Pero si se estresa, su obsesión por protegerse puede volverse en su contra.
Se llena de sospechas. Pierde la brújula. Vive en una vigilancia constante.
La ansiedad toma el control, y empieza a desconfiar incluso de sí mismo.
Es lo que yo llamo la paradoja de la confianza.
Esto es, la necesidad de sentirse seguro puede llevar al 6 a perder seguridad en todo, incluso en quien antes confiaba.
Por eso es tan importante entender que el 6 no es el dubitativo de la película.
Es alguien que busca certezas con la esperanza de poder entregarse. Que quiere confiar, pero necesita asegurarse de que no se equivoca al hacerlo.
Y cuando lo consigue, es uno de los eneatipos más fieles, responsables y leales que existen.
En mi escuela trabajamos todas estas distinciones con profundidad, para que aprendas a ver lo que realmente hace diferente a cada eneatipo.
No lo que se dice por ahí. Sino lo que les mueve por dentro.
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