¿Alguna vez te ha sucedido estar obsesionado en conseguir algo y por más que te esforzabas menos conseguías?

Parece una extraña paradoja, pero cuando las personas nos obsesionamos con conseguir algo de manera demasiado directa generalmente no lo conseguimos; o si lo conseguimos, no estamos plenamente satisfechos con lo que hemos logrado.

Si echas un vistazo a tu alrededor, verás ejemplos de esta paradoja constantemente:

¿Te has dado cuenta que las personas solteras obsesionadas en encontrar «su media naranja ideal» nunca la encuentran?

¿Y cómo las personas que se obsesionan en ser felices acaban deprimidas?

¿Y cómo aquellos que se obsesionan en buscar «la profesión de sus sueños” y “vivir una vida de cuentos de hadas» acaban frustrados y víctimas de sus expectativas irreales?

¿Y cómo aquellos que se obsesionan en hacerse ricos o famosos nunca llegan a conseguir tanto dinero ni tampoco a disfrutar de la fama que consiguen?

¿Y cómo  las empresas que se obsesionan en conseguir beneficios acaban en bancarrota o con sus directivos en la cárcel?

¿Y las ideologías políticas que «prometen el cielo en la tierra»? la historia ha demostrado que han logrado justo lo contrario: la falta de libertad, la violencia, el sufrimiento y la pobreza.

«Los objetivos generalmente se consiguen mejor cuando no hay intención (obsesión) de conseguirlos»
(Principio de oblicuidad según Jonh Kay)

Probablemente esta sea una de las mayores lecciones de sabiduría que podemos aprender en muchos aspectos de la vida,  el amor, el éxito profesional, la política y la felicidad: nuestros objetivos se consiguen mejor cuando nos aproximamos a ellos de manera indirecta (estratégica).

oblicuidad

Es decir, que si estamos en el punto A y queremos llegar al punto B, muchas veces el camino directo no es el mejor. A veces es necesario buscar de manera oblícua o lateral un punto C, desde el cual, indirectamente, llegar a B.

Esta es la quintaesencia del «principio de oblicuidad» de Jonh Kay, también llamado “Pensamiento Estratégico” por la escuela de Palo Alto de California o “Pensamiento Lateral, por Edward de Bono *

Muchos autores del mundo de la psicología y la economía* hablan de la importancia de salirse del pensamiento lógico-directo-racional y en su lugar, utilizar el pensamiento estratégico-indirecto-oblícuo-lateral a la hora de resolver problemas complicados y tratar con objetivos importantes.

Los estudios en el campo de la economía y la psicología nos dan unos resultados fascinantes, ¡muchos de ellos paradójicos y contraintuitivos!

Vamos a ver varios ejemplos de la vida real donde la «oblicuidad» o “lateralidad” tiene una enorme repercusión.  Vamos a ver 3 ejemplos de paradojas humanas en el ámbito de la felicidad, el trabajo y las relaciones.

«La obsesión con el control hace que perdamos el control»
(Giorgio Nardone)

1º LAS PERSONAS MÁS FELICES NO BUSCAN LA FELICIDAD

Todo el mundo quiere ser feliz. El problema es el cómo. Cómo conseguimos ser felices. La teoría de la oblicuidad o del pensamiento lateral nos dice que las personas más felices no buscan la felicidad, sino que la encuentran. La felicidad no es un objetivo a conseguir, es un resultado. La felicidad es el resultado de hacer cosas y vivir experiencias que te hacen sentir vivo y pleno. El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi definió este estado de plenitud como FLOW (Fluir): el sentimiento de vivir el momento plenamente, estar conectado en el aquí y ahora.

Por ejemplo, si entrevistamos a un montañero que hace escalada de alto riesgo, probablemente no nos dirá dirá que subir el Everest sea una tarea “cómoda, bonita, fácil y feliz”. Todo lo contrario: subir a más de 8.000 metros sin apenas oxígeno y a decenas de grados bajo cero es una situación límite donde las emociones están “congeladas”. En palabras de Reinhold Messner, el montañista que en 1980 subió el Everest sin oxígeno dijo: “Apenas puedo continuar… no hay sentimientos, no hay desesperanza, no hay felicidad, no hay ansiedad, no hay nada…. He perdido el control de mis emociones, ahora no hay sentimientos, no hay nada. Todo mi ser consiste en voluntad. Voluntad de avanzar.»

Reinhold Messner buscaba alcanzar la cumbre más alta del mundo, quizás también buscaba fama, satisfacción personal o la sensación de haber alcanzado algo que nadie lograra jamás. Messner descubrió la felicidad a través de la superación de las dificultades y el sobreesfuerzo.

Pero no todos tenemos que subir el Everest para sentirnos plenos. Hay muchas personas que viven estos estados de plenitud, de fluir, de vivir intensamente cuando están inmersos en tareas que aún siendo difíciles, tienen sentido para ellas: el jardinero que trabaja intensamente en su jardín y disfruta de ver el resultado de sus cuidados, la madre y el padre que se sienten plenos al criar un niño a pesar de todas las dificultades, el empresario que se siente digno por esforzarse en hacer crecer su negocio y poder pagar los sueldos a sus empleados, el funcionario público que se siente bien consigo mismo de ser un trabajador leal que contribuye al bienestar de la sociedad con su pequeño trabajo, el barrendero que siente paz al ver que ha limpiado bien la calle, el religioso que se olvida de sí mismo al dedicar su vida a inspirar a otras personas, el trabajador social que siente como un reto personal ayudar a salir adelante a  personas en extremas dificultades, el cirujano que quiere hacer lo correcto mientras está plenamente concentrado en hacer una operación importante…

Los filósofos griegos antiguos como Aristóteles definían ese estado de fluir y de felicidad plena como “eudaimonia” (plenitud de Ser). El Historiador griego Plutarco decía que la fortuna o felicidad era una cuestión de vivir -o morir- bien.

La conclusión a la que intuitivamente podemos llegar es que la felicidad es una cuestión de satisfacción personal más que de las circunstancias objetivas donde se viva.

Centrarse en el objetivo indirecto de hacer cosas que nos hacen sentir vivos nos ayuda a conseguir el objetivo directo de ser felices.

«No soy sólo el responsable de servir comidas, estoy a cargo de subir la moral de los soldados. Dios me ha dado la oportunidad de alimentar a los soldados y estoy feliz de sentir que realizo un trabajo importante»
(Floyd Lee, cocinero del ejército americano durante la Guerra de Irak en Bagdag).

2º LAS PERSONAS MÁS RICAS NO SON LAS MÁS MATERIALISTAS

Bill Gates es actualmente el hombre más rico del mundo, pero en el futuro no será recordado por su riqueza, ni por crear Microsoft. Gates será recordado porque será el mayor filántropo de todos los tiempos. Su fundación Bill y Melinda Gates han contribuido a labores humanitarias en África y Sudamérica más que muchas naciones occidentales.

Pero si seguimos mirando la lista de las personas más ricas del mundo, todas son actualmente filántropos de primera. Carlos Slim tiene una fundación que lleva su nombre y desarrolla importantísimos proyectos sociales en México, tanto en la salud como en la formación para el empleo.

Warren Buffet, el gurú millonario de las finanzas, es amigo de Bill Gates, y ha aportado la mayor parte de su fortuna a la fundación de su amigo.

Y nuestro millonario español, Amancio Ortega, es el mayor filántropo de España de todos los tiempos también tiene una fundación que literalmente ha transformado la vida a los más desfavorecidos de Galicia.

John D. Rockefeller no solo fue el industrial más rico de finales del siglo XIX y principios del XX, también fue uno de los más grandes filántropos. Esto es lo que una vez dijo:

«Creo que el poder de hacer dinero es un regalo de Dios – justo igual que lo son los instintos del arte, la música, la literatura, el talento del doctor o de la enfermera- para ser desarrollados y utilizados al máximo para el bienestar de la humanidad. Siendo dotado con el don que poseo, creo que es mi deber hacer dinero y todavía más dinero: y utilizar el dinero que consigo por el bien de mi prójimo de acuerdo a los dictados de mi conciencia»

Parece ser que la riqueza y el éxito empresarial no es un objetivo que pueda conseguirse de manera directa. – “Quiero ser rico” no es un deseo correcto. Es más, muchos millonarios y genios empresariales cuentan en sus biografías que jamás en sus vidas su objetivo fuera hacerse ricos. La riqueza fue una consecuencia indirecta de buscar otros objetivos más elevados: devoción al trabajo duro y bien hecho, entusiasmo por el mundo empresarial, ilusión por los negocios, emoción por el progreso y el avance.

Centrarse en el objetivo indirecto de querer hacer un buen trabajo y aportar valor a la sociedad ayuda a conseguir el objetivo directo de tener prosperidad económica.

«Mi ilusión ha sido crear la mejor empresa que podría hacer. Crear una gran fortuna nunca fue mi objetivo»
(Sam Walton, creador de la cadena de supermercados Wall-Mart)

Centrarse en el objetivo indirecto de querer hacer un buen trabajo y aportar valor a la sociedad ayuda a conseguir el objetivo directo de tener prosperidad económica.

«”Una empresa tiene que luchar por ser el nº1 pero sin llegar nunca a creerse que eres el nº 1.”
(Juan Roig, presidente de Mercadona)

3º LAS PERSONAS MÁS FELICES EN SUS RELACIONES NO SE OBSESIONAN CON QUE LAS QUIERAN

Si haces una encuesta a tu alrededor las personas que conoces que están felizmente emparejadas o casadas, generalmente te contarán que en el momento que conocieron a su pareja no estaban “obsesionadas” en encontrar pareja. Es una curiosa paradoja la sabiduría común la expresa de diversas maneras: – “Cuando menos lo buscas más lo encuentras”, – “Cuando estás preparado/a, aparece la media naranja”, – “Cuanto más rápido persigues el amor más rápido se escapa»

Entonces, según el principio de oblicuidad, ¿Qué consejo darle a una persona que está soltera y busca pareja? Lo primero, que se relaje. La obsesión con conseguir pareja es un “objetivo directo”. Y como todas las cosas importantes en la vida, generalmente se consiguen de manera indirecta. Así pues, si quieres ayudar a una persona que está preocupada con conseguir pareja, el principio de oblicuidad nos dice que hay que recomendarla que dirija su atención a otros «objetivos indirectos”: que en vez de buscar obsesivamente pareja, se centre primero en estar bien consigo mismo/a. Porque si una persona no está feliz consigo misma, no podrá hacer feliz a nadie.

La segunda clave para encontrar pareja podría ser hacer actividades donde haya personas de su edad. Por ejemplo, salir más de casa y acudir a fiestas, organizar viajes y salidas con los amigos/as, acudir a eventos sociales (las peñas de toda la vida), o a equipos deportivos (los grupos de Running están ahora de moda en todas las ciudades y son una forma excelente de hacer amigos y conocer personas). Y aquí la clave es la actitud. La actitud de ir a estos eventos sin buscar nada más que pasarlo bien y tener una actitud alegre y positiva. Porque muchas veces, cuando fluyes con la situación (estado de FLOW) y estás viviendo el presente, (sin pensar, ni rayarse, ni estresarse) aparece lo mejor de ti mismo. Y es entonces cuando de manera natural conectas con los demás. Y las parejas se juntan de forma natural.

Centrarse en el objetivo indirecto de tener una la actitud alegre, sana y extrovertida en los lugares a los que se vaya, ayuda a conseguir ese objetivo directo que es encontrar pareja. (Y por supuesto, esto es como salir a pescar, cuantos más días salgas a pescar y mejor te sitúes en los caladeros de los ríos que tienen peces, más pescarás) :)

«Cuanto más hago estar bien a mi pareja, tanto más ella me hará estar bien a mí.” (Giorgio Nardone)

La reflexión central que he querido hacer con este artículo es que cuando las personas queremos conseguir algo importante (tener amor, reconocimiento, éxito…) nuestra tendencia natural es buscarlo de manera demasiado directa, en los lugares y con las formas incorrectas; y esto nos produce estrés, ansiedad y preocupación. La consecuencia fatídica es que, en muchas ocasiones, al final logramos lo contrario que queríamos conseguir. Sin embargo, cuando cambiamos nuestra perspectiva de la cosas y nos centramos en nuestros valores, ideales y propósitos más elevados, generalmente acabamos consiguiendo lo que queremos, pero de manera indirecta.

Esta es la esencia del principio de oblicuidad aplicada al desarrollo personal.

Así pues, a partir de ahora, puedes dar estos «consejos oblícuos» a tus amigos:

– Deja de obsesionarte en tener éxito, céntrate en cumplir con tus responsabilidades y en hacer un buen trabajo.
– Deja de obsesionarte en buscar pareja, relájate y céntrate en hacer actividades donde haya gente maja.
– Deja de obsesionarte en ser famoso, céntrate en ser valioso. Haz un buen trabajo cuyo valor brille por sí solo.
– Deja de intentar gustar y caer bien a los demás, céntrate en interesarte genuinamente en las personas.
– Deja de preguntar por el sentido de la vida (como algo filosófico y abstracto), pregúntate qué sentido quieres dar a tu vida (de forma práctica y concreta, en este momento de tu vida, ante las circustancias que vives)

– Deja de obsesionarte por ser feliz, haz pequeñas cosas que te ilusionen y te hagan vivir plenamente.

«Cuando juegas al golf, sólo puedes hacer un buen swing cuando lo haces sin pensar en ello »
(Bob Rotella)

Biografía:

Este artículo lo he escrito inspirándome en los libros de Edward de Bono, «Pensamiento Lateral», Giorgio Nardone,»Problem Solving Estratégico», y en especial del libro «Obliquity», del economista Jonh Kay. Te animo a que lo leas porque te va a encantar. El único problema es que no está traducido al español. Pero si quieres leerlo en inglés haz clic aquí.